Algunos pensadores señalan que las crisis son momentos de oportunidades, momentos en los que, a causa de la convulsa situación que alcanzan las sociedades, se puede y en muchos casos se debe llegar a un proceso de destrucción creativa, eliminando estructuras socioeconómicas que hubiesen demostrado ser ineficientes, ineficaces, y en definitiva, que no funcionasen, para crear otras nuevas y mejores.
En la crisis actual España parecía un país muy propicio para éste proceso. La severa crisis que en nuestro país se había gestado y en la cual aún hoy seguimos inmersos, parecía haber sido prueba suficiente e irrefutable de que el modelo de los pelotazos inmobiliarios, la obra pública faraónica, la corrupción a todos los niveles y el turismo de mala calidad era un modelo infecto y obsoleto, que no solo no funcionaba, sino que además generaba un crecimiento destructivo que, en definitiva, nos llevaba a la más absoluta de las miserias. Ante tanta miseria la perspectiva optimista era que la situación podía permitir cambiar de una vez por todas la mentalidad, la ética, y el modelo productivo. Parecía bastante claro que el único sistema para salir en una situación razonable del barranco en el que nos habíamos metido era mediante emprendimiento, I+D+i, energías renovables, industria potente, nuevas tecnologías…
No ha sido así. La realidad ha vuelto para atestar un cruel golpe al optimismo. Nuevos proyectos promovidos en este caso directamente por la administración pública reflejan que ni la mentalidad ha cambiado, ni el modelo va a cambiar, ni nada. Después de los numerosos y homicidas recortes que se han realizado contra la investigación y otros sectores necesarios, se está apostando por proyectos que suponen un gasto descomunal y que no aportan nada a los sectores más productivos de la economía. Me refiero, en este caso, a dos proyectos en concreto: Eurovegas, y los Juegos Olímpicos Madrid 2020.
Para Eurovegas se ha modificado la legislación en todo lo que ha sido necesario, lo que ha supuesto que aproximadamente 1800 millones de euros de impuestos se le vayan a perdonar. Así como otras barbaridades de parecido calibre, como dejar entrar a los menores en las salas de juego, quitar las limitaciones de altura de los rascacielos, etcétera.
En las olimpiadas de Madrid se prevé invertir aproximadamente 4000 millones de euros, de los que aproximadamente 1100 millones serán a cargo del erario público. Según las estimaciones del proyecto, este reportaría unos ingresos de 2400 millones de euros, y el Ayuntamiento de Madrid estima que podrían generarse hasta 320.000 puestos de trabajo, cifra que resulta a todas luces bastante fantasiosa.
Todo esto cuando en 2012 el presupuesto del estado en I+D se ha reducido en casi 2200 millones de euros, una reducción del 25% del presupuesto total de 2011. La situación es, cuanto menos, insoportable.